domingo, 21 de agosto de 2011

LLegada 13/08/2011

Llegué a pensar que no lo iba a lograr, pero después de varios meses de intercambios de e-mails de Suiza a casa y de casa a Suiza, al final y tras una estancia de una semana en junio con la familia: el contrato era mío. El momento que tanto había estado esperando, incluso temido, al fin llegaba: las maletas hechas, el dormitorio recogido, los billetes, el pasaporte... Todo, no me olvido de nada. Miro el reloj y son las 03:12 a.m. Mi familia duerme: mis padres en su cuarto y mi hermano y su novia, Inma, en el salón. Ella también quiere ir a despedirse de mí.

Con todo listo me metí en la cama a descansar una horillas antes de que la alarma de mi móvil (comprobada hasta la extenuación para que no me dejase tirada) suena a las 06:00 a.m. Me levanto como un resorte, me visto, me pongo los zapatos, hago mi cama, cojo las cosas que necesito tener a mano de la mesilla de noche y despierto a mis padres. Tras un desayuno consistente en un simple café, nos ponemos en ruta. LLegamos al aeropuerto justo cuando abren la facturación de maletas, el aeropuerto en agosto está incluso a estas horas tan tempranas a tope. Tras facturas la maleta de 20 kg. justos (tope que permite Easyjet) vamos hacia el control de seguridad. Mi familia me acompaña hasta donde se pueden meter y ahí me encuentro con el primer momento duro. No soy de las personas de lágrima fácil, pero aún así estaba super nostálgica de dejar atrás a mi familia (ya en casa me despedí 5 millones de veces de mis mascotas) y mi tierra. Los abrazo a todos dejando para la última a mi madre, sé que será el abrazo más largo. Nos abrazamos y ninguna de las dos podemos reprimir que se nos salten las lágrimas, pues van a tener que pasar 4 meses hasta que nos volvamos a reencontrar. Le digo que la quiero y que diciembre está a la vuelta de la esquina, antes de que nos demos cuenta estoy sentada a la mesa de Navidad con mi familia. Con lágrimillas me voy hacia el control y meto las cosas en la bandeja, pero cuando tan solo tengo una persona por delante... pufff, ¿qué queréis que os diga? fui corriendo a darle otro abrazo de oso a mi madre. La mujer que estaba detrás de mí me sonrió. Paso el control y hacia la puerta de embarque, tras una corta espera se abre el embarque y subimos al avión.

El viaje, dos horas, fue bueno. El despegue por razones de tráfico aéreo forzó al piloto a zizaguear en varias ocasiones lo que me permitió despedirme de mi tierra por todos los puntos cardinales. He de reconocer que no me gusta dormir en los aviones, pero estaba en planta desde tan temprano con sólo el café en el estómago que la mejor opción para acortar el viaje fue: dormir. Me quedé sopa, como un tronco... espero no haber roncado. La llegada fue también magnífica: me recibió un día soleado y despejado. Entramos girando en el lago y la imagen de la gente con las lanchas y veleros y el reflejo del avión sobre el agua fue nada más que espectacular. Una imagen que me acompañará siempre.

Me recogen: la madre y el hijo mediano (3 años) y llegamos justo al almuerzo. La mayor (6 años) de los tres niños que tengo que cuidar durante todo un año, me hizo un gigantesco dibujo con una casa en la que escribió el mensaje de bienvenida de : Bienvenue a notre maison. Me encantó. A los pocos días aprovechamos y pintamos más cosas, así que ahora delante del suelo de mi dormitorio hay un papel enorme (de los que se colocan para evitar las manchas de pintura) con una casa, una versión extraterrestre de la familia y yo, varias mujeres embarazas y con bebés y los preciosos rayones de diferentes colores hechos por la bebé (1.5 años)
El primer día fue duro, no sólo por el cansancio del viaje si no porque coincidió ser el aniversario de los padres que se fueron a celebrarlo por ahí. Nos quedamos la abuela paterna y yo con los Petits monstres. Y el bebé lloraba y lloraba por su madre. No hay forma de acostarla, pero yo (mirada de triunfo) me tiré al suelo junto a la cuna y meciéndola y acariciándola poco a poco conseguí que se durmiese. Dix points pour Delia. Esa noche caí como un ladrillo en la cama y a la mañana siguiente (7:00) me despertaron los berridos de los niños. No sé por qué, pero recién levantados y antes de la cena o después de ella, uno o todos lloran como posesos. A ese momento le llamo: Cutting vains, pues es de lo que me entra ganas: cortarme las venas para dejar de escuchar los berridos. También sería el momento cutting heads y acabar con su sufrimiento. ¡Vale! Se supone que una au pair no debería decir eso, pero cuando tooooooooodas las mañanas te despiertan llantos... ¡qué digo llantos! berridos (es que no hay otra palabra) de tres niños, créeme que te entran ganas de eso. Una vez se calman no hay problema, desayunan pacíficamente o se van a la cama sin más.

Bueno ya contaré los días posteriores a mi llegada, ahora dejo esto que vamos a cenar (19:30 y hoy es una cena tardía)

Bonsoir!!

5 comentarios:

  1. Huola petit Delia. Me ha encantado tu primera publicación. C'est magnifique. Seguiré tu blog para saber como andas linda flor.
    Un besazo desde tierras malagueñas!

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  2. Me ha encantado tu entrada, petardilla. Te seguiré para cotillear como te va por esas tierra suizas.

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  3. ^^ Gracias!! Me llena de orgullo y satisfacción que hayáis comentado este mi humilde blog.

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  4. Podías haberme dicho que habías empezado un blog. =(( parece que soy la última en saberlo.

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  5. ¬¬ lo aviso en facebook y twitter. Que parece que desde que me he ido te has desconectado de los mundos cibernéticos.

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